"Baudrillard en dicho libro describe un movimiento de `representación` (de algo real) a la `simulación` (sin referencia segura a la realidad). Este movimiento de representación a simulación cambia la relación entre señal y referente, de manera que perdemos la conexión que presumíamos existía entre la señal o imagen y la realidad, a las cuales se había pensado que ambas se referían.
En el libro de Cultura y simulacro, se leen las siguientes definiciones: disimular es fingir no tener lo que se tiene. Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno remite a la presencia, lo otro a la ausencia. Pero la cuestión es más complicada, puesto que simular no es fingir: `Aquel que finge una enfermedad puede sencillamente meterse a la cama y hacer creer que está enfermo. Aquel que simula una enfermedad aparenta tener algunos síntomas de ella` (Littré). Así, pues, fingir o disimular dejan intacto el principio de la realidad: hay una diferencia clara, sólo que enmascarada. Por su parte la simulación vuelve a cuestionar la diferencia de lo `verdadero` y de lo `falso`, de lo `real` y de lo `imaginario`. El que simula ¿está o no está enfermo, contando con que ostenta los `verdaderos` síntomas?
Ante el anterior ejemplo, Baudrillard dice: `Más allá de la medicina y del ejército, campos predilectos de la simulación, el asunto remite a la religión y al simulacro de la divinidad. Justamente es esto lo que atemorizaba a los iconoclastas, cuya querella milenaria es todavía la nuestra de hoy, debido en gran parte a que presentían la todopoderosidad de los simulacros, la facultad de borrar a Dios de la conciencia de los hombres, la verdad que permiten entrever, destructora y anonadante, de que en el fondo Dios no ha sido nunca, que sólo ha existido su simulacro.
Baudrillard va más allá: `Toda la fe occidental, así como la buena fe se han comprometido en esta apuesta de la representación: que un signo pueda remitir a la profundidad del sentido, que un signo pueda intercambiarse por significado, y que algo pueda garantizar ese intercambio -Dios, claro está ¿Pero qué tal si Dios mismo puede ser simulado, esto es, reducido a las señas que atestigüen su existencia? Entonces el sistema se aligera, y no es más que un enorme simulacro, no es irreal, sino una simulación. ."
En el libro de Cultura y simulacro, se leen las siguientes definiciones: disimular es fingir no tener lo que se tiene. Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno remite a la presencia, lo otro a la ausencia. Pero la cuestión es más complicada, puesto que simular no es fingir: `Aquel que finge una enfermedad puede sencillamente meterse a la cama y hacer creer que está enfermo. Aquel que simula una enfermedad aparenta tener algunos síntomas de ella` (Littré). Así, pues, fingir o disimular dejan intacto el principio de la realidad: hay una diferencia clara, sólo que enmascarada. Por su parte la simulación vuelve a cuestionar la diferencia de lo `verdadero` y de lo `falso`, de lo `real` y de lo `imaginario`. El que simula ¿está o no está enfermo, contando con que ostenta los `verdaderos` síntomas?
Ante el anterior ejemplo, Baudrillard dice: `Más allá de la medicina y del ejército, campos predilectos de la simulación, el asunto remite a la religión y al simulacro de la divinidad. Justamente es esto lo que atemorizaba a los iconoclastas, cuya querella milenaria es todavía la nuestra de hoy, debido en gran parte a que presentían la todopoderosidad de los simulacros, la facultad de borrar a Dios de la conciencia de los hombres, la verdad que permiten entrever, destructora y anonadante, de que en el fondo Dios no ha sido nunca, que sólo ha existido su simulacro.
Baudrillard va más allá: `Toda la fe occidental, así como la buena fe se han comprometido en esta apuesta de la representación: que un signo pueda remitir a la profundidad del sentido, que un signo pueda intercambiarse por significado, y que algo pueda garantizar ese intercambio -Dios, claro está ¿Pero qué tal si Dios mismo puede ser simulado, esto es, reducido a las señas que atestigüen su existencia? Entonces el sistema se aligera, y no es más que un enorme simulacro, no es irreal, sino una simulación. ."
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