Pavel Nicola Morales Bustamante
1.1. Crítica al Utilitarismo-Atomismo
En su texto, “La estructura de la acción social”, Parsons desea formular una teoría de la acción, en donde en primera instancia se encuentra discutiendo con los autores del liberalismo clásico, los contractualitas y bien con todos aquellos a los que acusa de utilitaristas. Siguiendo la misma línea de Max Weber, Parsons intenta hace un rescate del sujeto, de la integridad del individuo, el cual estaba negado por las teorías utilitarias, intentando en esta tarea hacer una reformulación del liberalismo. Ósea, uno de los elementos que Parsons extrae del liberalismo clásico, es la idea de libertad. Este autor intenta pensar la libertad del agente, que desde la visión utilitaria era imposible imaginar.
El utilitarismo correspondería a un atomismo, al que Parsons describiría como: “…la fuerte tendencia a considerar principalmente las propiedades de actos unidad conceptualmente aislados y a inferir las propiedades de los sistemas de acción solo mediante un proceso de generalización directa a partir de estos ”[1]. Esto significa que existe una tendencia a considerar la acción humana a partir de las características más simples y obvias, que han sido generalizadas, consideradas como universales.
Parsons acusara que en el utilitarismo existe una insistencia a que la acción esta guiada por normas que exigen una completa racionalidad y eficacia. Esto conlleva a que las condiciones externas cobraren mayor relevancia, ya que no se puede medir la eficacia del aspecto subjetivo. Jeffrey C. Alexander también lo advierte: “Como el actor racional esta orientado solamente hacia la situación, toda referencia a su subjetividad queda excluida”. [2] Entonces la imposibilidad del utilitarismo de pensar la libertad del sujeto, se encuentra precisamente porque en estas teorías no hay sujeto. Aquí la acción esta preestablecida, el fin de la acción se encuentra racionalmente determinado de antemano. De esto se sigue que cualquier intento de pensar al sujeto se vea imposibilitado; ya sea por una determinación exterior (condiciones materiales), o bien, una determinación interior que trasciende a todas las personas (instintos biológicos o naturaleza humana).
Para el utilitarismo se presentaría un dilema, al cual Parsons llamo; Dilema utilitarista. Este dilema consistiría que por un lado, cuando las teorías utilitaristas al intentar pensar al sujeto o la libertad, deben mantenerse individualistas. Mientras que al momento de intentar explicar el orden social positivamente deben suprimir al sujeto y sobre-determinar la acción en base a los instintos biológicos o las condiciones materiales.
Esta crítica esta dirigida claramente, por un lado, a los economistas clásicos, los cuales señalan que la oscilación de los precios determinara la acción del agente en el mercado. Pensemos en la idea de la mano invisible del mercado de Adam Smith. Lo que plantea este autor es que el mercado tiende al equilibrio por si solo, debido a la competencia de la oferta y la naturaleza de la demanda. Los precios se determinarían automáticamente en la relación oferta-demanda. Si un negocio tiene los productos muy caros, entonces los clientes no lo compraran y buscaran precios más bajos; entonces, si dicho negocio no desea quebrar deberá bajar sus precios. Es decir, lo que plantearían el liberalismo clásico, es que tanto la oferta y la demanda se regirían por instintos biológicos propios al ser humano, por una naturaleza humana; esta nos dice que el ser humano es naturalmente egoísta, individualista y que siempre desea maximizar sus beneficios. Para Parsons esta es una teoría simplista, la cual no logra ver la complejidad de la acción humana. Señala además, que el individualismo, que sostiene la teoría económica clásica, significa atomismo, y de esta manera el orden social se vuelve aleatorio e impredecible.
Pensando desde la teoría voluntarista de Parsons, si los supuestos de la economía clásica fueran ciertos, entonces la publicidad no tendría mayor labor que simplemente exponer precios bajos para captar demanda. Sin embargo lo que en este trabajo entra en juego no consiste solo en exponer el pecio, sino que la publicidad tiene la tarea de llegar a la gente, lo que significa lograr una introyección simbólica del producto[3].
La crítica al utilitarismo también esta dirigida a los contractualistas. Pensemos por ejemplo en Thomas Hobbes y su texto “El leviatán”. El Estado reviviría la imagen de esta criatura mítica, donde cumplirá la función de resguardar el orden social, el cual se encuentra amenazado por la naturaleza humana. Hobbes plantearía que el hombre es violento por naturaleza, donde no hay posibilidad de norma moral en el sujeto, y seria necesario un contrato social, resguardado por el Estado, para mantener el orden. Parsons lo que quiere es descontractualizar el orden social, para ello no debemos pensar la norma igual a normatividad. En la propuesta de Parsons la idea de normatividad cobra real importancia. Lo normativo no se refiere a una estructura social fija o un principio estático, sino que todo lo contrario; lo normativo quiere decir movilidad, innovación e interpretación. La propuesta general de Parsons es la generalización de patrones normativos de conducta, en donde el orden social puede ser pensado desde el equilibrio entre Alter y Ego, o bien, entre actor e institución. Pensar lo normativo como lo mismo que la norma, es reponer una teoría utilitaria del orden social.
Inclusive acusa al Marxismo como Utilitarista, señalando que en esta teoría la acción se encontraría sobredeterminada por la contradicción capital-trabajo. La acción de los trabajadores sería determinada por las condiciones materiales, por lo que en tanto trabajador formaría parte del proletariado, y por ende significaría la misma acción. Esta crítica de Parsons al Marxismo, es precisamente lo que otos autores le acusara al estructuralismo marxista.
En este primer texto Parsons intenta concilia ambas perspectiva, las teorías instrumentales e idealistas, en lo que el llamara el acto-unidad. Se propone restaurar la agencia humana y su capacidad de interpretación, además de la libertad del agente que estará siempre supeditada al orden social y las pautas morales. Señala la importancia de reconocer aquí el significado de las acciones no racionales y los procesos normativos, ya que esto permitirá llevar a la construcción de un “estructuralismo volunatrista”, donde sea posible comprender la orientación de la acción desde sistemas organizados analíticamente.
[1] Parsons, Talcott. “La estructura de la acción Social”, Ediciones Guadarrama, Madrid, España, 1968. P.91
[2] Alexander, Jeffrey C. “Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial”. Editorial Gedisa, Barcelona, 1989. P. 30.
[3] Por ejemplo, pensemos en dos productos del mercado del área de bebidas: la bebida Coca-cola y por otro lado, la bebida Ship-cola. La bebida Ship-cola tiene un precio mucho menor que la bebida Coca-cola, a la vez que posee mayor cantidad de bebida y un sabor muy parecido; sin embargo la marca coca-cola a logrado llegar de tal manera a los consumidores a nivel mundial, que es uno de los productos más demandados.
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