Pavel Morales
Como ya hemos visto en el texto de la Fenomenología del Espíritu de Hegel, el Escepticismo dentro de la estructura lógica del pensamiento moderno juega un papel principal para la verdadera realización de la experiencia de la conciencia. Sin embargo el escepticismo producto de esta estructura del pensamiento moderno presenta dos lados de la moneda, por un lado una duda que permite el transito de la conciencia, mientras que por otro un obstáculo total, una verdadera muralla china de la experiencia. Es justamente en este segundo lado que nos enfocaremos en esta oportunidad, en la disolución Irónica de la conciencia que hace de la duda una Pura Nada, es el papel de la ironía lo que nos interesa analizar. “La ironía es, por una parte, la vanidad de todo los fáctico, ético y en si pleno de contenido, la nulidad de todo lo objetivo y en y para si valido” [1], en éste caso se mantiene la subjetividad, pero como una subjetividad vana y solitaria, en el sentido que al momento que pareciese haber goce en la destrucción de la verdad transformada en pura nada el sujeto irónico necesita de algo a que aferrarse, algo tan firme como una pura “verdad objetiva”, y es justamente aquí donde esta figura, este elemento o este proceso entra en contradicción.
El irónico intenta resolver su contradicción patética: si goza del mundo y de sí mismo como momentos aislados, no se posee totalmente ni llega a la concentración reflexiva. La melancolía es, pues, su unidad defensiva, un consuelo contra cualquier tristeza que pueda invadir su conciencia. Por esta razón ironiza para salvaguardarse, burlándose de los otros, de la sociedad en que vive, de sus costumbres, y también de las desgracias, dichas y satisfacciones banales. La ironía impide que la subjetividad se frustre ante el espectáculo de las ruinas que contempla, y constituye un placer agudo que salva al melancólico de los dolores que se le aproximan como heridas permanentes. El irónico tiene conciencia de la gravedad de su estado melancólico inevitable. Cuando interroga, fingiendo ignorancia, y se complace en desvalorizar a los otros, es una forma disimulada de envidia.
Lo que vendría a plantear esta ironía es la negación o mejor dicho la autodestrucción de lo magnifico, de todo lo Que ES, pero bien este proceso podría ser relacionado directamente con la idea de movimiento que esta siempre presente en Hegel, ya que si esta ironía vendría a desmoronar la idea de lo que ES, tan solo faltaría un movimiento dialéctico a una DISOLUCIÓN DIALÉCTICA dentro del escepticismo que produce esta ironía para que la idea del transito se manifieste y la idea de verdad en vez de estar establecida (ES) seria remplazada por una en movimiento, la del SIENDO.
Es interesante ver como el papel del escepticismo y las dos disoluciones con respecto a lo “verdadero” se comienzan a inscribir en la lógica del pensamiento fenomenológico en el sentido de una negación de algo dado y dando el rol principal a una pura subjetividad, ésta como creadora de lo que le rodea.
[1] Hegel, Georg. “Lecciones de Estética” Barcelona: Península, 1989. Pagina 51
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